El agua y los aditivos (y el polímero, si se utiliza) se colocan en una hormigonera de "alto cizallamiento", y la arena y el cemento se van añadiendo lentamente hasta que se forme un mortero uniforme y cremoso. La consistencia del mortero puede comprobarse con un sencillo kit de ensayo de asentamiento. El mortero tarda de 1 a 2 minutos en mezclarse.
Cuando está listo, el mortero mezclado se transfiere a una "unidad de rociado/bombeo". La bomba transporta el mortero con una velocidad regulada hasta la pistola pulverizadora o rociador. En la pistola pulverizadora, las fibras (en forma de hilos de fibra de vidrio) se cortan con una longitud de unos 32 mm y se añaden al mortero. Los dos materiales son proyectados sobre la superficie del molde mediante el aire comprimido procedente de un compresor.
El HRFV se rocía en capas finas superpuestas hasta alcanzar el grosor deseado, que normalmente es de entre 10 y 15 mm. Se utilizan sencillos rodillos manuales para compactar el material entre capas.
El producto se deja en el molde y se cubre con polietileno para evitar la pérdida de humedad hasta el día siguiente. Seguidamente, se procede al desmoldeo del producto.
Tras sacarlas del molde, las unidades se cubren con polietileno y se dejan curar durante unos 7 días. Si se añade a la mezcla un polímero compuesto para acelerar el curado, las unidades se pueden exponer a la atmósfera inmediatamente, aunque se recomienda protegerlas de la luz del sol directa o condiciones externas hostiles durante uno o dos días. Se deberán consultar la instrucciones del proveedor del polímero.